martes, 26 de marzo de 2013

'Gataca', de Franck Thilliez: a caballo entre el noir y el thriller científico

'Gataca' es la continuación directa de la anterior novela de Franck Thilliez, titulada 'El síndrome E', con la que inició su particular investigación literaria sobre la violencia. Movido por la curiosidad de indagar en los orígenes y motivaciones de la violencia, en lo que hace que un ser humano normal pueda cometer actos terribles, y cuestiones similares que de una forma u otra suelen pulular por los terrenos del noir, el escritor francés nos ha dejado algunas de las mejores páginas de la novela negra contemporánea.

El atormentado comisario Franck Sharko vuelve a ser el protagonista de esta historia, acompañado una vez más por la también policía Lucie Henebelle, a la que conocimos en 'El síndrome E'. El arranque de la trama de 'Gataca' se debe al asesinato de una joven estudiante de biología evolutiva que estaba llevando a cabo una prometedora investigación sobre la posible existencia de lo que podríamos denominar como el "gen de la violencia". En paralelo, la desaparición de las hijas de Lucie, cuyos cabos sueltos acabarán por cobrar sentido conforme avance el desarrollo de la trama principal.

En esta ocasión, Thilliez ha potenciado algunos de los aspectos que ya dejó entrever en su anterior obra. Sobre todo lo que se refiere a la documentación previa de la novela y a una incursión en el terreno de la ciencia que resulta mucho más evidente en el caso de 'Gataca'. Reflexiones y teorías sobre la evolución, la influencia de ser zurdos o diestros en la sociedad, la antropología y la genética, se asoman a estas páginas dándole un tono al libro que termina por alejarlo del noir convencional para sumergirlo, aunque no de lleno, en el campo del thriller científico.

Ojo, no pensemos por ello que Thilliez se esté convirtiendo en una especie de pastiche de Michael Crichton o algo por el estilo, ya que la esencia policíaca de la saga de Sharko sigue patente. Eso sí, el drama y los conflictos internos de los personajes pasan a menudo a un segundo plano, siendo la investigación, y la luz que esta arroja sobre los orígenes de la violencia, las principales bazas de la narración.

Tal vez por esta razón 'Gataca' me haya gustado menos que 'El síndrome E', lo cual no quita que siga tratándose de una novela excelente. La originalidad de los planteamientos de Thilliez, sumada a su fuerza narrativa y al carisma que conservan tanto Sharko como Lucie, nos aseguran una buena lectura. Espero, no obstante, que el autor equilibre un poco más la alternancia entre ciencia y noir en su siguiente obra, 'Atomka', que ya espera en mi estantería al momento en que pueda pegarle un bocado. Pronto volveremos a hablar por aquí de Sharko...

lunes, 18 de marzo de 2013

'Nadie quiere saber': Petra Delicado se las ve con la mafia italiana

Si tuviera que colocar a Petra Delicado en un podio con los personajes femeninos que más me han llamado la atención en la novela negra española de hoy, la pondría en el segundo puesto. Por debajo de ella estaría la juez Mariana de Marco, con quien Petra comparte muchas similitudes de carácter, si bien están mucho mejor definidas en su caso; y por encima, la inspectora Amaia Salazar a la que hemos descubierto en la magnífica 'El guardián invisible', debido a que las emociones que despierta su historia son mucho más intensas. Y precisamente es una mayor dosis de intensidad lo que he echado en falta en este 'Nadie quiere saber'.

Parto de la base de que se trata de mi primer contacto con Petra Delicado, por lo que no voy a entrar a comparar esta entrega con las ocho novelas anteriores, aunque no resulta indispensable conocer sus antecedentes para meterse en la historia. En este punto de su vida, Petra se ha vuelto a casar y trata de lidiar la reapertura de un caso de asesinato que le endosan al inicio del libro, con la debida atención a Marcos, su nuevo marido, y sus tres hijastros. Si de algo puede presumir la autora, Alicia Giménez Bartlett, es de haber creado un personaje con muchísima personalidad en el que se cruzan las inquietudes y perspectivas vitales de cualquier mujer moderna que ronde la cuarentena. A pesar de su carácter fuerte, Petra termina por hacerse simpática y nos hace partícipes de los dilemas y emociones que le van asaltando a lo largo de estas páginas. Pero frente a este personaje de indudable carisma, se despliega un entorno que no me ha terminado de convencer. Empezando por el subinspector Garzón, que probablemente haga las delicias de muchos lectores, pero cuyo papel en la historia apenas pasa de ser el de contrapunto humorístico a Delicado. Tras tantas entregas de la serie, cabría esperar en él un poco más de profundidad. A ello hay que sumar que la forma de hablar de los personajes, así como el trato "de usted" que mantienen entre ellos en todo momento, me han hecho sentir en ciertos pasajes que el lenguaje y actitud de la obra están un poco desfasados, en discordancia con el evidente carácter moderno de la protagonista.

En lo que respecta al desarrollo del caso y de la investigación, el paso por Roma y la entrada del ispettore Maurizio Abatte hacen ganar puntos a la narración, así como la compleja red de circunstancias que rodean al asesinato del empresario textil Adolfo Siguán. La trama está bien construida y estructurada, prueba irrefutable de que la autora conoce bien el terreno en el que se desenvuelve, pero tiene como puntos negativos un desarrollo algo inflado en ciertos pasajes y un desenlace que te vas oliendo bastante conforme llegas a él. Si eres lector habitual de las andanzas de Petra Delicado, y por tanto ya estás hecho al estilo de su autora, seguramente la obra te guste. Al fin y al cabo, desde un punto de vista objetivo es una novela bien concebida y desarrollada. Si es la primera vez que te topas con el personaje, todo dependerá de tus gustos, pero es posible que te ocurra como a mí y que la lectura no te sorprenda demasiado.

lunes, 4 de marzo de 2013

'Roseanna' de Maj Sjöwall y Per Wahlöö: primera embestida contra el sueño sueco

El combo formado por Maj Sjöwall y Per Wahlöö fue el detonante de la evolución de la novela negra sueca a mediados de los 60. Por aquel entonces, el principal referente para los escritores policíacos del país seguía siendo el de los clásicos detectives británicos, moderados y arquetípicos, en cuyas historias la resolución del misterio y la identidad del asesino representaban su principal aliciente. Sjöwall y Wahlöö se propusieron ir más allá y, sin perder de vista la construcción de una intriga que sirva como motor de la narración, aprovechar el canal que supone la literatura para practicar el sano ejercicio de la crítica social.

Los años 60 fueron una década de prosperidad en Suecia, convirtiendo al país en un referente de eso que ha venido a llamarse estado de bienestar. Y aunque esa prosperidad era incuestionable en muchos aspectos, no es menos cierto que también había mucha suciedad entre bambalinas que tanto gobierno como sociedad se encargaban de barrer convenientemente bajo la alfombra. Esos resquicios oscuros se convirtieron pues en el objetivo de la saga de novelas protagonizadas por el inspector Martin Beck, del mismo modo que hoy día otros autores intentan sacar a relucir las miserias de sus respectivos países, como es el de caso de Henning Mankell y Jo Nesbo, por poner un par de ejemplos.

A la hora de escribir sus libros, Sjöwall y Wahlöö dirigieron su mirada al noir norteamericano en busca de inspiración. De ahí que su personaje, Martin Beck, resulte más humano, melancólico y contradictorio que los detectives a los que estaban acostumbrados en la Suecia de la época. Eso sí, tampoco estamos ante un calco de los detectives de Hammett o Chandler, ya que frente al cinismo o la dureza de aquellos, Beck responde más bien a la típica idiosincrasia sueca.