miércoles, 21 de marzo de 2012

'No habrá paz para los malvados', el naufragio de las buenas intenciones


Hace tiempo que tenía pendiente visionar 'No habrá paz para los malvados', no solo por su exitoso paso por los Goya, sino porque la trama y el personaje interpretado por José Coronado prometían bastante. Por desgracia, las promesas se quedaron en humo y el resultado final no me pareció a la altura de las expectativas. Y más que decepción, lo que produce es cierta rabia, porque combinando mejor sus ingredientes podría haber sido un películón.

Empecemos, a pesar de todo, por resaltar sus puntos fuertes. Para empezar, la actuación de Coronado en el papel de Santos Trinidad, poli duro, trasnochado y borrachuzo, inquietante y de pocas palabras, arquetípico pero interesante a pesar de todo. En segundo lugar, el buen hacer del director Enrique Urbizu, que demuestra tener una personalidad propia a la hora de componer la atmósfera del relato, que cuida con mimo los planos y la iluminación.

Gracias a esto los primeros minutos del metraje fluyen como el agua y te ves atrapado en la vertiginosa rueda de alcohol y violencia que es la vida de Santos, hasta la escena en que monta la de Dios es Cristo en la pista de un puti. Sin embargo, a partir de ahí la cinta decae por culpa de un guión lleno de lagunas y una preocupante falta de intensidad.