Si tuviera que colocar a Petra Delicado en un podio con los personajes femeninos que más me han llamado la atención en la novela negra española de hoy, la pondría en el segundo puesto. Por debajo de ella estaría la juez Mariana de Marco, con quien Petra comparte muchas similitudes de carácter, si bien están mucho mejor definidas en su caso; y por encima, la inspectora Amaia Salazar a la que hemos descubierto en la magnífica 'El guardián invisible', debido a que las emociones que despierta su historia son mucho más intensas. Y precisamente es una mayor dosis de intensidad lo que he echado en falta en este 'Nadie quiere saber'.
Parto de la base de que se trata de mi primer contacto con Petra Delicado, por lo que no voy a entrar a comparar esta entrega con las ocho novelas anteriores, aunque no resulta indispensable conocer sus antecedentes para meterse en la historia. En este punto de su vida, Petra se ha vuelto a casar y trata de lidiar la reapertura de un caso de asesinato que le endosan al inicio del libro, con la debida atención a Marcos, su nuevo marido, y sus tres hijastros. Si de algo puede presumir la autora, Alicia Giménez Bartlett, es de haber creado un personaje con muchísima personalidad en el que se cruzan las inquietudes y perspectivas vitales de cualquier mujer moderna que ronde la cuarentena. A pesar de su carácter fuerte, Petra termina por hacerse simpática y nos hace partícipes de los dilemas y emociones que le van asaltando a lo largo de estas páginas. Pero frente a este personaje de indudable carisma, se despliega un entorno que no me ha terminado de convencer. Empezando por el subinspector Garzón, que probablemente haga las delicias de muchos lectores, pero cuyo papel en la historia apenas pasa de ser el de contrapunto humorístico a Delicado. Tras tantas entregas de la serie, cabría esperar en él un poco más de profundidad. A ello hay que sumar que la forma de hablar de los personajes, así como el trato "de usted" que mantienen entre ellos en todo momento, me han hecho sentir en ciertos pasajes que el lenguaje y actitud de la obra están un poco desfasados, en discordancia con el evidente carácter moderno de la protagonista.
En lo que respecta al desarrollo del caso y de la investigación, el paso por Roma y la entrada del ispettore Maurizio Abatte hacen ganar puntos a la narración, así como la compleja red de circunstancias que rodean al asesinato del empresario textil Adolfo Siguán. La trama está bien construida y estructurada, prueba irrefutable de que la autora conoce bien el terreno en el que se desenvuelve, pero tiene como puntos negativos un desarrollo algo inflado en ciertos pasajes y un desenlace que te vas oliendo bastante conforme llegas a él. Si eres lector habitual de las andanzas de Petra Delicado, y por tanto ya estás hecho al estilo de su autora, seguramente la obra te guste. Al fin y al cabo, desde un punto de vista objetivo es una novela bien concebida y desarrollada. Si es la primera vez que te topas con el personaje, todo dependerá de tus gustos, pero es posible que te ocurra como a mí y que la lectura no te sorprenda demasiado.
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