Un misterioso ladrón está desvalijando las casas de un vecindario sin dejar huella alguna de su paso, salvo un pequeño gatito que la policía siempre encuentra en el lugar de los hechos. Un joven aparece muerto, clavado a la pared de un cuarto de una casa okupa. Y un criminal reincidente, conocido como el Sordo, comienza a enviar una serie de enigmáticas pistas a los policías de la Comisaría del Distrito 87 para ponerles sobre la pista de su próximo robo. El discurrir de estos tres casos sienta las bases de la novela 'Ojo con el Sordo', obra del prolífico escritor Ed McBain, seudónimo bajo el cual Evan Hunter firmó muchas de sus obras.
Lejos de la complejidad de otras novelas negras contemporáneas, y sin entrar demasiado en la crítica social o la profundidad psicológica de los personajes, lo que McBain nos ofrece son los elementos del género policíaco en estado puro: un ritmo trepidante, una serie de misterios y pistas enigmáticas con los que alimentar el suspense, unos personajes arquetípicos pero efectivos, y diálogos ágiles con alguna que otra línea memorable. Ingredientes que McBain maneja con inteligencia y sin excesivas pretensiones, de forma que aunque sus novelas no dejen tanto poso como las de otros autores del género, sirven para recordarnos esa chispa que una vez nos hizo enamorarnos del noir.
El autor también demuestra su pericia al poner en escena a los distintos personajes que pueblan esta novela coral, todos ellos policías de la Comisaría 87. Con unas pocas pinceladas, McBain consigue que conectemos con los protagonistas (en este caso, los detectives Kling y Corella, sobre todo) y que nos resulten interesantes y cercanos, si bien para conocerlos mejor no queda otra que sumergirse en el resto de novelas de la serie.
'Ojo con el Sordo' es un libro de lectura ágil que, a pesar de no ser demasiado extenso, nos cuenta multitud de cosas. Te deja la sensación de haber visto un filme cargado de energía y de actitud, con escenas de gran impacto, en la que, sí, se podría haber ahondado más en los personajes o elaborar un poco más alguna de las subtramas, pero en realidad estaríamos haciendo flaco favor al verdadero objetivo del escritor: hacernos pasar un buen rato mientras nos asomamos a un pequeño fresco de la compleja realidad urbana de la ciudad de Isolda, la cual va desarrollando a lo largo del entremado de sus obras. Ideal para ratos en los que uno no quiera comerse mucho la cabeza y prefiera limitarse a disfrutar del genuino sabor del noir norteamericano.
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