Hay muchas razones que pueden llevar a un ser humano a matar a otro: la codicia, el odio, la venganza... Pasiones que provocan en la persona una enajenación más o menos transitoria que lo conduce a terminar con la vida de uno de sus semejantes. De este modo se pueden llegar a explicar los casos aislados en los que una persona traspasa el más fuerte de los límites morales establecidos. Pero la cosa se complica cuando esa persona mata de una forma que se prolonga en el tiempo.
A esta última clase de asesinos, los que matan de forma continuada a varias personas, los podemos dividir a grosso modo en dos categorías: los que lo hacen por dinero y los que lo hacen por placer. Ambas clases de asesinos están representadas en esta novela. El primero de ellos, el que ha hecho del asesinato su sustento y modo de vida, es Leonard Steinbeck, asesino profesional, metódico y calculador, capaz de traspasar la línea que separa la vida de la muerte a cambio de un cheque. Y por el otro está el misterioso asesino en serie apodado como "el carnicero del medio oeste" que lleva un tiempo aterrorizando a los norteamericanos con sus cruentos crímenes. Su objetivo son muchachas jóvenes a las que secuestra y posteriormente devuelve cortadas en trocitos y metidas en bolsas de basura.
El destino de estos dos personajes comienza a acercarse cuando "el carnicero del medio oeste" secuestra a Ángela Ferrante, la hija adolescente de un poderoso capo de la mafia calabresa. Pasquale Ferrante no piensa quedarse de brazos cruzados hasta que la policía encuentre alguna pista, así que contrata a Leonard para que localice al asesino, le dé su merecido y rescate a su hija sana y salva. Así arranca esta obra de Daniel del Monte, su primer contacto novelístico con el género negro.
Historias de asesinos en serie las encontramos a puñados en libros, películas y series de televisión, por lo que cada vez resulta más difícil innovar en este terreno. No parece ser esa, en cualquier caso, la intención del autor, que se sirve de los ingredientes típicos de esta clase de thrillers para configurar su historia. Lo bueno es que sabe combinarlos de tal manera que la historia resulta interesante, dinámica y bien estructurada. A esto ayudan mucho los sucesivos cambios de perspectiva en la narración que nos van aportando los distintos personajes protagonistas, todos ellos creíbles y bien perfilados.
En cualquier caso, lo que marca que un thriller como este sea algo más que una lectura entretenida es el hecho de que te plantee algunas preguntas, que te deje una reflexión en la cabeza una vez que has terminado sus páginas. En mi caso sí me ha ocurrido con 'Diálogo entre asesinos', que me ha llevado a plantearme distintas cuestiones sobre lo que lleva a alguien a matar a otra persona. De ahí la reflexión que encabezaba este post, la cual me lleva a una inquietante conclusión.
Ya hemos visto que hay quien mata por dinero y quien lo hace por placer. En el caso del "carnicero del medio oeste", no podemos sentir hacia él otra cosa que asco y repugnancia por la brutalidad de sus actos. ¿Pero qué hay de Leonard? Él también es capaz de matar y torturar con la misma frialdad que el asesino al que persigue. ¿Qué lo diferencia entonces de él? Y más aún, ¿por qué al leer la novela no nos provoca el mismo rechazo que el otro? ¿Tal vez porque lo acompañamos a lo largo de toda la historia, porque el autor nos acerca más a su forma de actuar y de pensar? Cabe entonces preguntarse: ¿y si la historia hubiera estado narrada desde la perspectiva del asesino en serie? ¿También habríamos llegado, aunque solo fuera ligeramente, a comprender y tolerar sus actos?
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