'Crímenes' de Ferdinand Von Schirach: podría pasarle a usted

Esta recopilación de relatos lleva tiempo en el candelero y no son pocos quienes han corrido la voz para recomendarla desde que Salamandra publicó el libro en nuestro país. 'Crímenes' es obra del abogado alemán Ferdinand Von Schirach, que un buen día decidió trasladar algunos de los casos que más le han marcado durante su carrera a la literatura, en forma de relatos breves.

De esta manera, nos cuenta el crimen cometido por un hombre tras sufrir durante años un matrimonio de pesadilla en "Fähner"; nos habla de cómo unos jóvenes se meten en el lío de su vida en "El cuenco de té de Tanata"; nos presenta a un individuo enigmático y brutal en "Legítima defensa"... y así hasta alcanzar el total de 11 narraciones que componen el libro.

Movido tal vez por deformación profesional, el estilo narrativo de Von Schirach es sobrio, directo y sin florituras. Describe los hechos de forma ordenada y detallada, sin aturullar tampoco al lector con excesivos datos, y lo conduce sin artificio alguno hasta su resolución. Y no le hace falta más, porque los casos son tan llamativos y sugerentes que se bastan ellos mismos para sustentar el peso de cada historia.

A pesar de esta sencillez a la hora de escribir, a lo largo de los relatos encontraremos interesantes reflexiones sobre el funcionamiento de la justicia, el significado del castigo, el carácter voluble y relativo de la verdad... Y todo ello sin el cinismo que solemos relacionar con la figura de los abogados.

Lo más interesante, en cualquier caso, es cómo nos humaniza a los criminales, cómo nos muestra su punto de vista y nos permite, si no identificarnos con ellos, sí al menos comprender un poco mejor sus motivaciones. Se nota que Schirach es abogado defensor, ¿no? Pero no lo hace sirviéndose de triquiñuelas, sino mostrándolos como son: personas normales y corrientes que un día se vieron abocadas al crimen por sus circunstancias o por tomar las decisiones equivocadas. Sí, igual que los personajes de una buena novela negra. Sí, aquí la realidad vuelve a mojarle la oreja a la ficción.